
El proceso comienza con la cuidadosa selección de la aleación base. Los grados de acero que contienen elementos de aleación como el cromo, el molibdeno y el vanadio se usan para nitruración. Estos elementos mejoran la capacidad del material para formar una capa nitriada dura y duradera cuando se someten al proceso de nitruración. La aleación seleccionada también debe tener el contenido de carbono apropiado y las propiedades mecánicas para resistir las tensiones de forja y la posterior nitruración sin comprometer su integridad.
Calentar el acero a la temperatura apropiada es crucial para garantizar que el material se vuelva lo suficientemente maleable para forjar mientras evita el crecimiento excesivo de grano o cambios indeseables en la microestructura. Barras de acero de aleación de aleación de nitruración forjada se calientan en un horno eléctrico o de gas, alcanzando temperaturas entre 1.100 ° F a 1.200 ° F (593 ° C a 649 ° C). El proceso de calentamiento se controla cuidadosamente para evitar el sobrecalentamiento, lo que podría provocar oxidación o formación de carburo excesiva, lo cual afectaría negativamente el rendimiento del acero.
Una vez que el material alcanza la temperatura adecuada, se transfiere a la prensa o martillo de forjado. El proceso de forjado implica aplicar la fuerza controlada para dar forma al acero en las dimensiones deseadas. Esta etapa es crítica para alinear la estructura de grano del acero y mejorar sus propiedades mecánicas. El acero se presiona o está martillado en una forma de barra cuadrada, asegurando que no haya grietas ni defectos en el material. El proceso de forjado también refina la estructura interna, promoviendo la uniformidad y mejorando la resistencia y la ductilidad del acero.
Después del proceso de forja, las barras de acero están sujetas a un proceso de enfriamiento controlado, que es esencial para establecer las propiedades mecánicas del material. El enfriamiento se puede hacer a través del enfriamiento del aire o el enfriamiento de aceite, dependiendo del grado de acero y las propiedades finales deseadas. El enfriamiento acelera el proceso de enfriamiento para aumentar la dureza, pero la velocidad de enfriamiento debe controlarse para evitar el choque térmico, lo que podría causar grietas o deformaciones. El objetivo es lograr una microestructura fina con dureza y resistencia óptimas para la nitruración posterior.
En la etapa de nitruración, las barras de acero forjadas están expuestas a un entorno rico en nitrógeno para formar una superficie nitrurada dura y resistente al desgaste. El proceso se puede realizar utilizando nitruración de gas (gas amoníaco) o nitruración plasmática, los cuales implican exponer el material a nitrógeno a temperaturas entre 900 ° F y 1,000 ° F (482 ° C y 538 ° C). Durante este proceso, los átomos de nitrógeno se difunden en la superficie del acero, creando una capa endurecida llamada "capa blanca". Esta capa nitriada mejora significativamente la dureza de la superficie, la resistencia al desgaste y la resistencia a la fatiga. La profundidad de la capa nitriada se puede controlar con precisión, dependiendo de los requisitos de la aplicación final.
Una vez que se completa el proceso de nitruración, las barras de acero experimentan rigurosos procedimientos de control de calidad. Estas inspecciones generalmente incluyen pruebas de dureza, lo que garantiza que la superficie nitriada haya alcanzado el nivel deseado de dureza. La integridad de la superficie también se verifica para detectar cualquier defecto potencial, como grietas, pozos o inconsistencias en la capa nitriada. También se pueden emplear métodos de prueba no destructivos, como la medición de la rugosidad de la superficie o el análisis microestructural para evaluar la uniformidad y la calidad de la superficie nitriada.